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Tropiezos de la memoria, María Asúnsolo

Jorge Prior

María en su recámara, admirando una Madonna. En el tocador está lo que supongo es la foto de su padre el revolucionario General Asúnsulo.

María en su recámara, admirando una Madonna. En el tocador está lo que supongo es la foto de su padre el revolucionario General Asúnsulo.

Al ordenar los desbarajustes que uno tiene, se encuentran cosas, imágenes. En un mueble donde guardo fotografías me topé con un sobre de manila que decía María Asúnsulo.  De inmediato me asaltaron sonidos e imágenes. Saqué aquellas fotos para volver a mirarlas después de no sé cuántos años. Lo cultivado en el pasado aflora, me vuelve a llenar la imaginación, fue algo que dejé flotando

Uno de los proyectos de documental que se me quedaron en el camino fue el de María Asúnsulo, mujer que fue todo un mito en su época, con fama de bella, inteligente  y simpática, tan fue así que la retrataron casi todos, Raúl Anguiano, Jesús Escobedo, Federico Cantú, Diego  Rivera, Guerrero Galván, Carlos Orozco Romero, de hecho hubo o hay una sala del Museo Nacional de Arte donde se pueden apreciar muchos de estos retratos, sin embargo, destacan dos pintores por su relación con ella, David Alfaro Siqueiros con quien tuvo un amorío y de quien se dice que fue la pasión de su vida, y su gran amiga María Izquierdo.

María Asúnsulo y María Izquierdo juntas, grandes amigas. Aquí el cuadro que le hizo.

Por azares del destino tuve que ver con María por una tía mía, Olvido, era su amiga y la frecuentaba, y yo acompañé algunas de esas visitas en una casa del Pedregal de San Ángel. Era muy pequeño como para ahora recordar muchas cosas. Sólo quedan retazos.  Lo que si sé, es que relaciono irremediablemente una canción con ella, una que lleva su nombre, o se cantaba en esa casa, o la cantaba yo también, son de esas asociaciones de la memoria que aún permanecen.  Esa letra, esa música y ella para mí son lo mismo.

Mariquita linda,
ya me voy porque tú ya no me quieres

como yo te quiero a ti.

Adiós, chaparrita chula,

ya me voy para tierras muy lejanas

y ya nunca volveré.

Adiós, vida de mi vida,
la causa de mis dolores,
el amor de mis amores,
el perfume de mis flores,
para siempre dejaré.

Adiós, Mariquita linda,
ya me voy con el alma entristecida
por la angustia y el dolor.
Me voy porque tus desdenes,
sin piedad han herido para siempre
mi pobre corazón.

Adiós, mi casita blanca
la cuna de mis amores.
Al mirarte entre las flores,
y al cantarte mis dolores,
te doy mi postrer adiós.


— Marcos Augusto Jiménez Sotelo

María A. por Federico Cantú

Ella es una imagen muy poderosa, y por ello fascinó a los pintores, y a los poetas. Es extraordinario que tantos artistas la hayan elegido. Ermilo Abreu Gómez sobre ella:

"María Asúnsolo es como el último ángel que asciende al cielo, o como el último que baja a la tierra. María Asúnsolo va por los caminos de la vida, libre de toda pesantez. La huella de su sombra ondula en la claridad del viento. Un día desaparecerá como desaparece la neblina en el caracol de la brisa; cuando esto suceda, habrá un lucero más en el cielo y un pétalo menos en todas las rosas".

Aquí María con su mascota en su casa, le acompañan los cuadros que le hiciera David Alfaro Siqueiros, cuando era niña, y luego la mujer que lo sedujo.

Ya de adulto, mi tía me volvió a invitar a esa casa, solo que ahora la estaban desarmando, la acababa de vender, se fue a vivir a Cuernavaca a una casa más pequeña, y por tanto ofreció a sus amigas plantas en maceta que no le cabrían en su nueva casa.  Así, volví ya de joven a esa casa medio vacía. De esa visita me quedé con una maceta que tenía un cactus que aun cada primavera avienta una de las flores más bellas que he visto.  Otro recuerdo visual.

La última vez que la vi, es que un admirador de ella, su vida y sus cuadros, un francés apasionado del arte mexicano que me decía que no conocía a alguien en el mundo que la hubieran pintado tanto, me pidió que se la presentara.

María A. por Jesús Escobedo

María A. por Jesús Escobedo

Fuimos a Cuernavaca, platicamos, quizá yo por primera vez. Ella ya mayor, deliciosa y amable, y seductora como fue toda su vida. 

Son recuerdos de imágenes y sonidos, se quedan en la memoria, son solo impresiones de lo que fue aquello, no tengo una narrativa mayor. Me quedan de ella unas fotos, una flor, una canción, y mi memoria fragmentada.

 


Fabienne Bradu escribe sobre ella en el libro Damas de Corazón (FCE).

María Asúnsulo, San Luis Misuri 1904- Cuernavaca 1999